martes, 22 de septiembre de 2009

LA EXTINCIÓN DEL MACHO


Cuando no tengo absolutamente nada útil ni productivo que hacer, como todo buen guatemalteco, me acurruco en la cama y enciendo la tele. Y en una especie de estado hipnótico, mis ojos miran un par de segundos la imagen que proyecta la pantalla y luego mis dedos, sin que realmente lo quiera mi cerebro, presionan el botón de cambio de canales, los expertos de estos temas dicen que todo el mundo hace esto y que no tiene nada de extraordinario, y le llaman zapping, aunque yo mas bien le llamaría “ser autómata”.

Ayer en esas estaba, es decir, en plena “zapingneadera”, cuando me puse a ver un programa del Animal Planet, que se llama los “10 más Extremos” o algo así, el tema central era la guerra de los sexos en el mundo animal, es decir, una serie ininterrumpida de datos e imágenes donde los machos y las hembras de diferentes especies animales se dan tremendas palizas románticas en nombre de la continuidad de la especie, el programa estaba bueno, especialmente ver como esos adorables animalillos llamados demonio de Tazmania se daban tremendas tundas entre chillidos y zarpazos, o como la “bellísima” rata topo o mejor dicho “ rata embutido”, con su absoluta carencia de pelos y su atractivo color rosado lombriz, mordía y orinaba a todos sus rivales (un inexplicable antojo de comer Hot Dog). De repente aparecieron unos muñequitos humanos haciendo parodia de lo que ocurre en el reino animal desde el punto de vista humano ,me dejaron petrificado, bueno, más que los muñequitos las voz ronca del tipo que narra las casacas que hacen la gracia del programa.

Un monigote con cara de hombre se paró frente a otro con cara de mujer, sobre la mujer aparece “XX” y sobre el hombre “XY”, “changos” me dije, “seguramente se están poniendo de acuerdo con el tipo de clasificación de película que quieren ver, esa si va a ser batalla de los sexos”, pero resultó que no, el cine no era el motivo del programa. La voz del tipo dijo que esas letras que estaban encima de los monigotes eran los cromosomas (bolsitas microscopias que contienen todos los genes), y que la mujer posee dos cromosomas llamados X, y que el hombre uno X y otro llamado Y (que no es más que un cromosoma X pero en pequeñito, que conforme pasan los generaciones genéticamente se va reduciendo), por lo que los científicos especulan que de continuar reduciéndose el mentado cromosoma Y, en 125 mil años, el hombre sólo tendría un solo cromosoma el cual sería X, y como consecuencia, la existencia masculina en la especie humana desaparecería tal y como la conocemos, sobreviviendo únicamente la mujer, por lo que la humana llegaría a tal grado de evolución que se clonaría a sí misma, tal y como ocurre con un lagarto que vive en los Estados Unidos de América. Según este programa los hombres sólo seremos un recuerdo prehistórico, un vestigio peludo de la evolución “Humana” de aspecto tan feo y rudo como el de un gorila entelerido. El Animal Planet no miente.

Si amigos, tal y como lo oyeron (mejor dicho leyeron), según esta teoría genético-evolutiva, en algún momento nosotros los hombres dejaremos de existir, y las mujeres serán las dueñas y reinas del universo, tal y como si la leyenda de las Amazonas hubiese sido una profecía más que un cuento para dejar bocas abiertas, castigo divino dirán algunas, la naturaleza no se equivocan, dirán otras.

Dejando a un lado el machismo, no puedo imaginarme como sería el mundo sin nosotros los hombres, por que, dónde quedaría el football, los anuncios de cerveza, los videojuegos, Playboy, la cursilería, la industria del entretenimiento barato y vulgar, no quiero ni pensarlo. Quién chulearía las minifaldas, quien invitaría a comer o abriría una puerta cortésmente, etc.. Imaginarme un mundo totalmente femenino se me hace como algo así como si todas las Barbies tomaran las armas e invadieran el cuartel general de los J.I. Joe, pero en vez meterle plomo a los soldaditos les metieran una flor en…. la oreja para luego dejarlos muertos, cruel forma de morir.

Un mundo totalmente femenino puede que sea más pacífico, justo y limpio, pero también, mucho más aburrido, porque quieran o no las mujeres nos necesitan por nuestra: estupidez, voyeurismo, incapacidad de expresarnos, sentido del humor, piropos tipo albañil, pero sobre todo, porque por más autosuficientes que sean (con el debido respeto a las discípulas de Safo), nunca podrán encontrar un sustituto a la sensación que sienten en su corazón cuando despiertan entre los brazos (flacos o gordos o musculosos o aguados, peludos o lampiños, negros o blancos o amarillos o trigueños) del hombre que aman, ya me he puesto sentimental y eso que no he leído a Corín Tellado, o mejor dicho a Cuentín Trillado. Sólo por ese simple hecho (del abrazo), si estamos destinados a desaparecer, estoy seguro que la naturaleza nos dejará dentro del mapamundi de bestias de la tierra, y en vez de seguir encogiendo más al infame cromosoma Y tal vez encoja otras cosillas en el hombre (seguramente seremos más chaparros que las mujeres, o será que otra cosa encogerá …..¡¡¡ Nooooo, Maldita ley de la compensación!!!)

Sea lo que sea la ciencia (ficción o no) es sólo una forma de especular, porque a este paso quien quita que antes de que se compruebe la desaparición masculina, la misma humanidad se mande así misma por un tubo.

(Si tienen otra razón para que no desaparezcamos los hombres, compártanla).

(http:/wapy.ws)

domingo, 20 de septiembre de 2009

DOMINGO SIETE.


“Y yo estoy aquí borracho y loco…”, y efectivamente estoy aquí, sentado en la pequeña mesa negra (aclaro, reposando mis enjutas reposaderas en una silla frente a, no sobre la mesa), negramente desgastada que hace mi comedor-salón de reuniones de fin de semana, y también efectivamente (y no me refiero a una efectividad como la del pisto en mano) estoy borracho, pero no borracho de la sangre de los dioses griegos llamada alcohol, sino borracho de aburrimiento en estas patéticas horas finales de este día, día que, por ironía del lenguaje, la humanidad occidental ha desacertado en llamarle domingo (de origen latín dominicus, o día del Señor, o como dicen los gringos Sunday o día de o del Sol).

El día domingo tiene un origen religioso, y no podía esperarse menos, sino miren como los curas han dado por poner domingo hasta a las tortillas (Domingo de Adviento, de Cuasimodo, de la Santísima Trinidad, de la Pasión, de Pentecostés, de Ramos, etc….), y como una sombra negra que se cierne sobre todo lo religioso (especialmente lo católico), este pobre día nació con la letra escarlata sobre la frente: “ABURRIDO”. Domingo, día dedicado al señor, pero qué señor, señor del tedio, señor de la pereza angustiada por que ya viene el lunes, señor de las tardes de enchamarradas. Domingo, domingo… nombre de viejito de los de antes, nombre de chucho o de charita reducido a su mínima expresión “mingo”. Domingo tributo al aburrimiento.

No tengo realmente memoria de cuando el día domingo fue algo especial para mí, pero estoy seguro, con el mismo recuerdo que tengo que alguna vez estudié matemáticas, que en algún momento este día fue algo bueno para mis intereses, y puede que inconscientemente me esté refiriendo a aquella época en que mi abuelo, o tal vez mis padres, me daban “mi domingo” con 25 o 50 centavos para que fuera a comprar algo a la tienda de Doña Celia, recuerdo real o inventado no sé. De lo que si estoy seguro es que empecé a sentir una particular alergia por este día en particular, a partir del momento en que tomé noción del significado de los días y las consecuentes actividades que los marcan, marcas hechas con marcador de tinta indeleblemente abusiva y obligatoria que amargan hasta al más vivaracho y alegre de la cuadra: lunes, primer día de trabajo en la semana.

El domingo es rutina llevada a la máxima expresión, levantarse tarde, de goma, con inexplicable frío en las patas que acompaña fielmente las 24 horas, día de comer sopa instantánea (si se tiene la suficiente fuerza de voluntad para calentar agua, sino día de comer Tort Trix o Sabritas=¿sobritas?), de estar echado (como ternera en su pesebre), de tele, día de usar pants y chancletas, etc. Domingo día en que se rinde tributo a la madre de todas las cosas, especialmente del hecho que estemos en este mundo (porque sin ella nuestros progenitores no hubieran tenido los ánimos de hacer lo que les correspondía para nuestra existencia), y me refiero a esa madre tan fachuda, chelona, despeinada y mocosa llamada haraganería colectiva (así que mejor al Señor "busquémosle" otro día, porque sino podrían haber celos entre las deidades).

La hueva ya me ganó, así que cierro esta entrada con una sentencia digna de juez, en nombre del pueblo guatemalteco decreto que el domingo es uno de los peores inventos de la humanidad.